En conjunto temblábamos, y al hablar titubeábamos.
Ácido como un cítrico, verde como la selva amazónica.
Más alto que el Everest, más contaminado que el Río de la Plata.
Complicidad y suspenso. Alegría y depresión, angustia.
Se va lo malo para darle lugar a lo desconocido. Ansias sociales, generales.
Ruidos estridentes, vidrios rotos como con una bujía. Estallidos.
¿Emoción o terror social? ¿Amor o guerra? ¿Sinceridad o falsedad?
Puede sonar oscuro hasta acá, puede hasta sonar a resentimiento.
A mí me da igual. De todas maneras les deseo, con mucho cariño,
un excelente año cargado de buenas energías y momentos gratificantes.
Felices vacaciones, yo les escribo a mi regreso.
Federico.
lunes, 4 de enero de 2010
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