miércoles, 6 de octubre de 2010

Sakura

Respiro, mantengo, exhalo y vuelvo a respirar.

El aire fresco y suave que entra, elimina mis impurezas y acaricia mi interior.


Cuento uno, dos, tres… y así hasta cien.

Mientras estiro mis brazos, entrelazo mis dedos… siempre con los ojos cerrados.


Imagino un bosque de cerezos japoneses y lo mucho que me gustaría perderme entre sus nubes rosadas,

suaves como el corazón de un viejo que supo lo que es el amor.


Tranquilo, bajo lentamente mis brazos y abro, despacio, mis ojos.