Ahogándome en un mar de amor y odio,
acorazado en el fondo,
me siento bien.
Vos solo seguí la luz.
No te asustes de la oscuridad.
La luna te hará bailar...
hasta que caigas rendida de felicidad.
Ahogándome en un mar de amor y odio,
acorazado en el fondo,
me siento bien.
Vos solo seguí la luz.
No te asustes de la oscuridad.
La luna te hará bailar...
hasta que caigas rendida de felicidad.
Respiro, mantengo, exhalo y vuelvo a respirar.
El aire fresco y suave que entra, elimina mis impurezas y acaricia mi interior.
Cuento uno, dos, tres… y así hasta cien.
Mientras estiro mis brazos, entrelazo mis dedos… siempre con los ojos cerrados.
Imagino un bosque de cerezos japoneses y lo mucho que me gustaría perderme entre sus nubes rosadas,
suaves como el corazón de un viejo que supo lo que es el amor.
Tranquilo, bajo lentamente mis brazos y abro, despacio, mis ojos.