Amanecimos raros, molestos por el desorden y por un factor extra que no conocíamos, o tal vez sí. Caminamos mucho, y de a poco comenzó a florecer el buen humor que se incrementaba con el solo hecho de pensar que el gran día había llegado. Lo que habíamos planeado con anticipación (suelo ser muy precavido y ordenado) nunca llegó a concretarse, las cosas se dieron de otra manera pero disfrutamos al máximo de todas formas. Tonadas distintas uno podía percibir, de distintas provincias y hasta de países extranjeros. Eso nos dejaba un poco más tranquilos, pues no éramos los únicos.
Para algunos era una experiencia nueva, para otros (y en ese grupo me ubicaba yo) no, pero no dejaba de ser muy emocionante. De repente levantamos la vista y más de 35 mil personas vibrando y bailando en una atmósfera que alternaba entre lo divertido, los nervios y las ansias bajo el sonido tecno de los laptops… lo mejor comenzaba a percibirse. Las esperas nunca me agradaron mucho, a pesar de que luego es más gratificante lo que viene, pero soy muy ansioso y no creo poder cambiarlo. Tan solo 2 horas y 45 minutos restaban para que ese día quedara atrás, pero justo en ese momento en el que la multitud comenzaba a impacientarse se oyó un estruendo ensordecedor que nos dejó mudos (y me incluyo, recién ahora puedo intentar explicarlo) y con la mirada fija en el escenario así como hipnotizados algo único comenzó. Imponente escenografía, guitarras bien nítidas, baterías a contratiempo y una voz que emocionó a los allí presentes, en fin, un sonido tan puro que por momentos hacía sentir a uno que escuchaba todo por auriculares. Así disfrutamos por mas de dos horas de algo nunca antes vivido, lamentablemente algo totalmente exótico para este lugar, nuestro lugar y el de esa multitud y a pesar de que ya había presenciado alguna vez algo similar, esta vez tuvo un toque distinto, nos dejó un sabor difícil de volver a sentir. Ojala se repita.
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